Recientemente, en una reunión del todo soporífera, se me paso por la cabeza una idea inquietante, al darme cuenta de que había parpadeado casi a la vez que una de mis compañeras de abulia, durante tres parpadeos seguidos.
Me vino la idea de que capturamos instantes discretos con nuestra vista, y luego hacemos una media... Más que evidente es el efecto visual causado por la rotación de las llanta de los coches, de esas de aleación, de geometría enrevesada, al invocar hasta nuestro mundo (¿real?) al sólido de revolución que genera: unas veces con brillos que parecen surgir de sus profundidades; otras, y según el ángulo en el que se los mire, parecen extrañamente traslúcidos; en ocasiones, engañosamente nos parecen girar en sentido contrario al natural y mucho más despacio de lo que correspondería al coche que impulsan.
El parpadeo de un fluorescente, en otro momento, me llevó a pensar si no sería posible que la mayor parte del tiempo estuvieramos en la oscuridad más completa, y que serían nuestras lentas retinas las que nos hicieran tener la ilusión de continuidad. Otros entes con receptores más refinados podrían observar esto, incluso detectar cosas que ocurren en los momentos de oscuridad, sin duda ajenas a nosotros.
Pero, ¿no podría estar ocurriendo eso mismo con nuestro tiempo y nuestro espacio? En función de nuestra frecuencia natural de muestreo, vivimos en esta realidad. ¿No podríamos estar compartiendo existencia con otras realidades multiplexadas, que otros "habitantes" sintonicen de forma natural por sí mismas?
